El 16 de noviembre de 1902, nace en el nº12 de la calle de los Mancebos, en el madrileño barrio de La Latina, el fotógrafo Alfonso Sánchez Portela. Sus fotografías, más conocidas que el propio personaje, son la historia gráfica de una buena parte del siglo XX
Alfonso Sánchez Portela nace en Madrid el 16 de noviembre de 1902. Es el primero de los 5 hijos del matrimonio compuesto por el fotógrafo Antonio Sánchez García y María Portela. De su padre heredó, no sólo la pasión por la fotografía, sino también la marca Alfonso, con la que ambos firmaban sus obras.
Los primeros años
En 1910, su padre, ya convertido en un cotizado fotógrafo de prensa, consigue el sueño de abrir su propia galería. Lo hace en la calle de Fuencarral. Allí, “Alfonsito” como cariñosamente le llama la familia, pasa su infancia rodeado de cubetas, pinzas y demás artilugios del oficio.

Estudió en el Liceo Francés, pero desde muy pequeño tuvo claro que iba a ser fotógrafo. A los 14 años y contando con el apoyo de su madre, decide dejar los estudios. Su padre se opone, pero le terminan convenciendo y no le queda mas remedio que contratarlo como aprendiz.
La galería de la calle Fuencarral, colabora con los principales diarios de la época, como El Sol, La Voz o El Imparcial. En 1915, abren otro estudio en el número 36 de la calle de Toledo.
Con 16 años, Alfonso coge su cámara y se lanza a la calle en busca de la noticia. Publica sus primeros trabajos, y comienza así una carrera que estará marcada por los grandes acontecimientos que sucedieron en España durante buena parte del siglo pasado.

La Guerra de África
En 1921 para poder cubrir el conflicto de África, solicita la credencial como reportero de guerra. Tiene 18 años y por su juventud le resulta difícil conseguirla. Pide el apoyo de la Unión de Corresponsales de Guerra y al final se la conceden. Firma un contrato con Prensa Gráfica, que edita las tres revistas de mayor tirada en España, Mundo Gráfico, La Esfera y Nuevo Mundo.
En su primer contacto con la guerra consigue un reportaje de gran calado. Las fotografías obtenidas tras el desastre ocurrido en Monte-Arruit, publicadas en la prensa española, reflejan la realidad del conflicto. Los campos cubiertos de cadáveres y los rostros abatidos de los supervivientes, descubren al lector la realidad de la situación en Marruecos.

En 1922 junto con el director del diario La Libertad, Luis de Oteiza, y tras una larga peripecia, consiguen una entrevista con Abd-elKrim, líder de la resistencia rifeña. Tras publicar el reportaje, ambos fueron recibidos en Madrid por una gran multitud deseosa de saber el estado en que se encuentran los prisioneros españoles. Todos los periódicos del país y buena parte de la prensa extranjera, se hicieron eco de la entrevista y solicitaron permiso para publicar las fotografías realizadas por Alfonso.
Hasta el final de la guerra en 1927, Alfonso Sánchez Portela, sigue viajando a África para fotografiar la contienda. Sus fotos han ayudado a los historiadores a ilustrar el relato de lo que supuso el conflicto.
Una época convulsa
Con la llegada de la dictadura de Primo de Rivera, comienza una época convulsa para la sociedad española. Durante esos años la censura aleja a la prensa de la vida política y Alfonso está mas en el estudio de la calle de Fuencarral. En él, trabaja junto a su padre y sus cuatro hermanos. Una saga de fotógrafos conocida en Madrid como “los Alfonsos” o “los Alfonsitos”.
Por los salones de la galería, desfilan: escritores, artistas, políticos o toreros. Alfonso los retrata captando con su cámara el espíritu del personaje. El escritor Ramón Gómez de la Serna, le dedica una de sus famosas gregerías “El humo de tu magnesio es el incienso de nuestra posteridad”.

Sigue trabajando como reportero gráfico y sus fotos ilustran artículos de un estilo más costumbrista. Vuelve a fotografiar el Madrid más popular y muestra la miseria que se va instalando en el extrarradio. Evita la censura haciendo malabarismos con los pies de foto.
La Segunda República
El 14 de abril de 1931 se instaura la Segunda República y miles de madrileños se echan a la calle para celebrarlo. Ese día, desde un balcón de la Puerta del Sol, Alfonso Sánchez Portela realiza varias fotografías que pasarán a la historia.
Es la época en la que Alfonso, ejerce más intensamente como reportero gráfico. En 1934 viaja a Oviedo para cubrir la información de la revolución de octubre, que tuvo lugar en la cuenca minera de Asturias.
Su intenso trabajo durante esos años convierte a Alfonso en un personaje popular. En 1935 es nombrado Caballero de la Orden de la República e incluso el famoso Perico Chicote crea un coctel al que bautiza como “Alfonsito”.

La Guerra Civil
Uno de los detonantes del alzamiento nacional tuvo lugar unos días antes. El 13 de junio de 1936, es asesinado José Calvo Sotelo. La histórica fotografía del cuerpo del político ultraconservador, sobre la mesa en el deposito del Cementerio de la Almudena, es de Alfonso Sánchez Portela. Es el único fotógrafo que consigue entrar en la sala. Convence al director del deposito, Dr. Puga, para que le dé un pase como su ayudante personal y así consigue la exclusiva.
El 20 de julio realiza su primer documento gráfico de la contienda en el Cuartel de la Montaña. Alfonso se mantiene fiel a la República, se queda en Madrid, y capta con su cámara la dureza y el drama de la guerra. Las más de 25.000 fotografías firmadas por él durante esos tres años, son un tesoro para los historiadores.
Durante la guerra, la economía se convirtió en un caos. La mayor parte de sus trabajos los realiza sin cobrar. Esto afecta al negocio familiar, que entra en crisis. A esto, hay que sumarle que la galería de la calle Fuencarral es destruida por un obús. Son malos tiempos para los Alfonsos.
El fin de la guerra
Al acabar la guerra, la familia abre un nuevo estudio en el número 20 de la Gran Vía. Alfonso es represaliado por su posicionamiento durante el conflicto. Es incluido junto a sus hermanos, en un expediente de depuración y les retiran las credenciales para colaborar con la prensa. Es un golpe duro pero previsible.
“Los Alfonsos”, empiezan a viajar a los pueblos cercanos a Madrid y realizan fotografías familiares. Estos trabajos les ayudan a recuperar una estabilidad económica.
Vuelta al estudio
La familia, se refugia en el trabajo en su nuevo estudio en el número 20 de la Gran Vía. No les queda otro remedio que reinventarse. Los personajes anónimos remplazan a los más populares y las estampas familiares suceden a los grandes acontecimientos.
Alfonso colabora esporádicamente en algún diario, que publica sus fotografías sin que aparezca su firma.
En esta época es cuando Alfonso decide que el estudio de Gran Vías se convierta en un museo fotográfico. En las paredes empiezan a aparecer enmarcados muchos de los retratos que realizó. Esta iniciativa fue cuajando y adquiriendo un gran valor histórico, ya que muchas de las fotografías están firmadas por los propios protagonistas.
En 1952, es rehabilitado y recupera el carné de prensa. Este mismo año, crea la Agencia de Información Gráfica. Pero Alfonso ya está más volcado en el trabajo de estudio de donde le cuesta trabajo salir.
Alfonso pasa el resto de su vida dedicado en cuerpo y alma a la fotografía. Pionero en numerosas iniciativas. Trabaja la técnica de convertir fotografías en caricaturas. Estas fotos son muy demandadas para ilustrar artículos de prensa.

Los reconocimientos
En 1984, siendo alcalde D. Enrique Tierno Galván, la ciudad de Madrid concede a Alfonso Sánchez Portela la Medalla de oro de la ciudad.
Pero es el 11 de abril de 1989 cuando recibe el máximo reconocimiento. Es nombrado miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, siendo el primer fotógrafo en conseguirlo.
Alfonso escribe el discurso de ingreso, pero no llega a pronunciarlo. El 1 de marzo de 1990 muere en Madrid, la ciudad que le vio nacer y a la que consagró su vida y su obra.
Su legado
El trabajo fotográfico de la Saga de “los Alfonsos”, está compuesto por más de 500.000 fotografías. El material se encuentra en el Archivo General de la Administración. La primera foto está fechada en 1892, es de Alfonso padre y muestra el cuerpo incorrupto de San Isidro.
En noviembre de 2021, con motivo de la exposición “Alfonso. Cuidado con la memoria” la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid, realiza un documental que muestra la obra del fotógrafo.
En la actualidad una escalinata que parte de la calle Mayor, esquina con la de Bailen y baja hasta la calle de Segovia, lleva el nombre de Fotógrafo Alfonso. Un homenaje más que merecido a un ilustre madrileño, vecino del barrio de La Latina.