Calles con nombre de oficios tradicionales en La Latina

En la Edad media estaba prohibido que los artesanos se instalaran dentro de la ciudad. Por eso se situaron en lugares cercanos a las puertas de entrada a Madrid. Ese es el motivo por el que La Latina cuenta con numerosas calles con nombre de oficio tradicional.

Cuchilleros, Botoneras, Ribera de Curtidores, Yeseros, Tintoreros, Latoneros… muchas calles del barrio de La Latina tienen por nombre oficios tradicionales. Estas denominaciones nos trasladan a un Madrid gremial, donde los artesanos se ganaban la vida con mucho esfuerzo y sus propias manos.

El Madrid musulmán

El zoco árabe del Madrid musulmán, llamado Al-Sua Al-Kabir, era un lugar de encuentro de mercaderes. Al final de esa calle, situada en las fueras de la ciudad, se construyó una plaza. Recibió primero el nombre de Arrabal y después de Mayor, por concentrar todo el comercio. 

Poco a poco, los artesanos fueron apostándose en zonas aledañas, dando lugar a los nombres de oficios por los que hoy se conocen estas calles. Los talleres y comercios, al no poder estar dentro de la ciudad, se asentaron junto a sus puertas de entrada, muy cerca de la muralla. Hoy en día las calles de esta zona llevan el nombre de los diferentes gremios que allí estuvieron.

La calle de Cuchilleros

Un ejemplo es la calle de Cuchilleros, que reunía al gremio que servía su mercancía a los carniceros del siglo XVII. En su día esta vía también era conocida como calle de la Cuchillería. Allí se podían encontrar numerosas tiendas de cuchillos, tijeras y espadas. Todas ellas tenían en común su adoración al apóstol Santiago el Mayor.

 

Calle nombre oficio

 

El escritor Pedro de Répide describe el arco de Cuchilleros como un “curioso rincón madrileño que parece fondo de aguafuerte”. Y comenta también, en sus artículos de principios del siglo XX, que la calle “era de poca animación durante el día y durante la noche campo de exploración de la baja galantería”. 

La Ribera de Curtidores

La Ribera de Curtidores, denominada antiguamente calle de las Tenerías, recibe su nombre de las curtiembres. Estaban instaladas en esta zona aprovechando la cercanía de los mataderos. 

Hasta finales del siglo XV el gremio de curtidores estuvo ubicado en Caños del Peral, en la actual plaza de Isabel II. Fueron los Reyes Católicos los que recomendaron su traslado cerca de la calle de Toledo. No hay que olvidar que por la Puerta de Toledo entraba el ganado con destino a los mataderos. Una vez sacrificado, sus pieles se trasformaban en cuero por los curtidores. 

Los establecimientos dedicados a la fabricación y comercialización del cuero estuvieron funcionando hasta comienzos del siglo XX. Después llegaron a la calle otros gremios, como los fabricantes de zapatos, anticuarios y almonedas. Comenzaba así a tomar forma el Rastro de Madrid.

Ribera de Curtidores
Calle de Latoneros

Los latoneros eran un gremio muy respetado en el Madrid del siglo XVI. En esa época el latón era empleado a la hora de fabricar utensilios y adornos, en sustitución del cobre y el bronce.

Los talleres y fundiciones de latón se concentraron entre la calle de Toledo y la Plaza de Puerta Cerrada. Dicen las crónicas de la época que en esta calle hubo un latonero al que le gustaba recitar versos mientras trabajaba. Esta afición llamó la atención del conde-duque de Olivares, quien lo llevó ante el rey Felipe IV. 

Cuando llegó ante el monarca, el Rey le dijo: “Hombre, dícenme que vertéis perlas”. A lo que el latonero, apabullado, contestó: “Sí, señor, mas son de cobre, y como las vierte un pobre nadie se baja a cogerlas”. La contestación divirtió al Rey, que hizo un regalo al artesano por su ingenio.

Calle nombre oficio

En aquella época los latoneros hacían braseros con patas de garras y bandejas con asas en forma de delfines para recoger limosna en las iglesias. También fabricaban las cajas que recogían los donativos de los fieles a la entrada de los templos. A estos artilugios se les llamaba ‘cepos’, porque su forma impedía que el dinero fuera robado. De ahí proviene su nombre actual de cepillos. 

Los latoneros de Madrid tenían merecida fama. Los productos de artesanos como Juan Álvarez, Bernardo Mariscal o Manuel Silvestre eran exportados a pueblos vecinos. En el siglo XIX la tradición de los latoneros estaba muy arraigada en la capital. Sus talleres continuaban en la misma calle que ocuparon en el siglo XVI. Como favor especial, el artesano del latón Pedro Serrano obtuvo licencia para vender sus faroles, lámparas y candiles por las calles de Madrid.

Calle de Botoneras

La calle de Botoneras recibe su nombre de las quincalleras que estaban ubicadas en ella. Estos comercios vendían todo tipo de productos a precio económico, pero una de las mercancías más preciadas eran los botones

Répide, al hablar de la calle de Botoneras, recuerda que en ese lugar estaban las vendedoras de quincalla: “en su comercio figuraba como especial mercancía la de las botonaduras que servían a soldados y pajes, además de su natural clientela femenina”.

A finales del siglo XVIII y principios del XIX las botoneras ponían puestos de botones en el mercado de la Plaza Mayor. Eran el colectivo más numeroso, tras las fruteras y las verduleras. 

Otras calles

En la calle de los Tintoreros estaban las tiendas de quienes se establecieron en Madrid para perfeccionar el teñido de las sedas. Y en la calle de Yeseros estaban instaladas las yeserías. Hasta ellas llegaban los carros que cargaban con este material. 

Muchas otras zonas de Madrid recuerdan con su nombre a los gremios que allí establecieron sus talleres y comercios: Libreros, Bordadores, Esparteros, Hilanderas o Vinateros son algunas de ellas. Todas son calles que no solo tienen un nombre curioso, sino también una historia que contar. 

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