Por Casa Lucio han pasado las más destacadas personalidades de la vida social española, atraídos por la fama de los huevos estrellados y una cocina tradicional de calidad.
En el número 35 de la Cava Baja, en pleno corazón del madrileño barrio de La Latina, se encuentra Casa Lucio, un restaurante con fama dentro y fuera nuestras fronteras. El objetivo de quien se da cita en el restaurante es disfrutar de una cocina tan famosa como el mismo Lucio, el propietario del establecimiento. Todos los platos de la carta, asentada en la cocina madrileña y tradicional, merecen la pena, pero los huevos estrellados son el plato que todo el mundo quiere probar.

La historia de Lucio
Lucio Blázquez nació en Ávila y comenzó a trabajar siendo todavía un niño en el Mesón del Segoviano, un lugar que ya atendía a los madrileños allá por 1720. Entre pucheros Lucio fue creciendo, atento para aprenderlo todo y formándose profesionalmente.

Doña Petra, la dueña del Mesón del Segoviano, le proporcionó a Lucio el salto profesional que buscaba cuando decidió venderle el mesón. Y así es como Casa Lucio abrió sus puertas, aunque antes acometió una gran reforma en el edificio. Nacía un nuevo restaurante, pero Lucio quiso mantener la esencia de esas tabernas tradicionalesde Madrid. Y, por supuesto, la simpatía de siempre con sus comensales.

Si hay algo que caracteriza a Casa Lucio es la cercanía en el trato. Si eres cliente habitual o es la primera vez que vas a comer, tanto Lucio como su personal te atienden con una sonrisa, procurando complacerte en cada detalle. Este trato afable es la marca de la Casa.
El secreto de los huevos
En el restaurante se puede degustar una cocina tradicional que, sin embargo, ha sabido adaptarse con fluidez a los gustos de las nuevas generaciones. Muchos se preguntan cuál es el éxito de este restaurante y Lucio no duda en responder: la calidad de los productos, traídos desde todos los rincones de España. Solo lo mejor de lo mejor.
Siempre con su yema impoluta y hechos al instante en una cocina de carbón. Huevos como los de antes, con su puntilla, sin sal y con un sabor exqyusuti. Un plato que han probado desde presidentes hasta princesas, pasando por actores, cantantes y escritoresnacionales y extranjeros. En cuanto ponen un pie en Madrid alguien les recomida pasar por Casa Lucio. Y hasta aquí acuden con una mezcla de curiosidad y ganas de probar no solo los huevos, sino algunas de las especialidades que luce la carta.
Otras especialidades
Casa Lucio tiene una barra y dos pisos. El de arriba es apodado “el purgatorio” y aun así siempre está lleno de gente degustando los riquísimos platos de la cocina madrileña y tradicionalque hacen que uno tenga que pararse a pensar qué debería pedir mientras se le hace la boca agua.
Los platos de carne, procedente mayoritariamente de Galicia y Castilla, van desde el capón en pepitoria al jarrete de ternera estofado. De pescados, merluza en salsa verde o lubina son algunas de las múltiples opciones de pescado blanco, azul y marisco que inundan la carta.

Como especialidades, callos a la madrileña, rabo de toro, y un guiso cada día de la semana. Aquí nadie se queda con hambre. Y si queda sitio para el postre, nada como el pan perdido, que no es otra cosa que pan de torrija con leche merengada y una bola de helado. ¡Una apuesta segura!
La tradición continúa
Lucio recuerda que su abuela, que repartía comida a los trabajadores del campo, si se le rompían los huevos los servía con patatas. Quizá fue ese recuerdo infantil el que le dio la idea de su famoso plato.
Elevar los huevos fritos a la categoría de manjar era especialmente difícil, ya que se trataba de una comida asociada tradicionalmente a la clase baja. Lucio lo ha conseguido, como también ha logrado transmitir a sus hijos, María del Carmen, Fernando y Javier, el amor por el negocio.

Dice Lucio que tiene alma de tabernero y que intenta “levantarse todos los días como si estuviera empezando”. Quizá el secreto del éxito sea ser feliz con lo que haces y procurar también hacer felices a los demás. Y si es con un plato de huevos estrellados delante, mejor que mejor.