En pleno Madrid de los Austrias, la Cava Baja y la Cava Alta no siempre fueron las calles comerciales que hoy son. Te contamos su historia y el origen de su nombre.
¿Quién no conoce la Cava Baja y la Cava Alta? Situadas en el corazón de La Latina, estas dos calles constituyen una de las principales zonas de la capital donde comer y beber bien. Punto de concentración de vecinos, madrileños y visitantes, solo en la Cava Baja se dan cita más de 50 bares, tabernas y restaurantesen apenas 300 metros. Algunos, con una tradición gastronómica que se remonta desde hace siglos.

Las Cavas mantienen en el imaginario popular una unión indivisible. Imposible citar a una sin pensar en la otra. Ambas desembocan en la Plaza del Humilladero, pero la Cava Baja parte desde la plaza de Puerta Cerrada, mientras que la Alta lo hace desde la Calle Toledo. Lo que comparten, además de una trayectoria paralela, es un pasado en común.
Un foso defensivo tras la Reconquista
Durante la dominación árabe de Madrid, entre los siglos IX al XI, eran usadas a modo de pasadizos para comunicar la villa medieval con el arrabal musulmán. Tras la Reconquista, sin embargo, se amplía la muralla que protege el corazón de la ciudad, y es entonces cuando ambas calles pasan a formar parte del nuevo tramo defensivo de la fortificación cristiana.

Quién podría imaginar que la Cava Baja, tan vibrante y llena de vida como la conocemos actualmente, fuera antaño un foso de agua que rodeaba la muralla para evitar el paso enemigo. No hay que olvidar que esta parte de la ciudad es llana, con lo cual se encontraba expuesta. De ahí que en la nueva etapa cristiana de Madrid se decidiera rodear de agua la muralla como medida defensiva.

Muchos se preguntan de dónde viene su nombre. La respuesta es sencilla. La nomenclatura tiene un origen meramente topográfico.¡Tan simple como eso!
Comienza la transformación
En el siglo XV la Cava convertida en foso se deseca y comienza la construcción de las primeras casas adosadas a la muralla. Empieza también el trasiego de gente por estas calles, que eran conocidas como Cava Baja y Cava Alta de San Francisco. Toman es nombre al ser utilizadas como camino de ida y vuelta a la Basílica de San Francisco el Grande. En 1835, el nombre se acorta y queda reducido a Cava Baja y Cava Alta, tal y como las conocemos hoy en día.

El proceso de ampliación de Madrid continuaba su marcha inexorable. La muralla fue desapareciendo, oculta entre las casas que se iban construyendo a ambos lados del muro. En la Cava Baja aún se puede observar parte de la muralla cristiana en la fachada de algunas de las tabernas, tascas y bares mas emblemáticas. Merece la pena fijarse y descubrirla.
Encrucijada y punto de encuentro
Ya en el siglo XVI las Cavas son un punto estratégico para la ciudad. Se llenan de tabernas y posadas que tenían su entrada en la Cava Baja y su fachada trasera en la Alta. Es a este punto donde acuden a comer y dormir los comerciantes que se desplazaban a Madrid. La mayoría proceden de zonas cercanas como Guadalajara, Toledo y Segovia. Traían sus diligencias llenas de productos para vender en los mercados de La Cebada y San Miguel, y utilizaban esta zona para descansar tras el viaje.

Animados por el trasiego de gente, surgen los primeros artesanos latoneros, toneleros y esparteros, que ofrecían sus productos a los comerciantes que tenían en las prestigiosas posadas de San Isidro, la de la Merced, la del Gallo, la de la Soledad o la de las Ánimas su lugar de descanso. Hoy en día todavía quedan posadas de renombre, como la del León de Oro o la del Dragón, transformadas hoy en hoteles con encanto.
Las Cavas también han acogido desde hace siglos a famosas casas de comida. Hoy en día, algunas de las más antiguas de Madrid se ubican en estas calles. Es el caso de restaurantes como la Posada de la Villa o la conocida Casa Lucio, que ocupa el mismo lugar donde antes se encontraba el mítico Mesón del Segoviano. La fama de los míticos huevos estrellados de Casa Lucio ha traspasado nuestras fronteras y son muchos los turistas que se acercan hasta esta calle con la única intención de probarlos.

Unas calles llenas de vida
La Cavas son calles llenas de vida. En la historia reciente, en el número 42 de la Cava Baja, el pub La Mandrágora fue el escenario donde Joaquín Sabina, Javier Krahe y Alberto Pérez graban el disco del mismo nombre en directo. Hoy, el legendario pub ha sido sustituido por Lamiak, una deliciosa taberna vasca de aire bohemio. La inmejorable apuesta gastronómica, donde el gusto por el buen comer se entremezcla con brillantes exposiciones de pintura y fotografía.

Pasear por estas calles es dar un paseo por la historia. Y nada mejor para celebrarlo que tomarse una caña y un pincho de tortilla en una de esas tabernas de nombre con solera.