Como ocurre en muchas calles del Madrid antiguo, el origen de sus nombres, está ligado a una leyenda. En el caso de la del Toro, no es una, sino dos las que se atribuyen al origen de su nombre.
La calle del Toro es poco más que un pasadizo. Para acceder a ella, tanto desde la Costanilla de San Andrés, como por la Plaza del Alamillo, hay que subir un tramo de escalera de piedra, lo que la convierte forzosamente en peatonal.

Pero ¿por qué se llama calle del Toro? Dos leyendas hablan del origen de su nombre. Ambas tienen en común el mugido que se oía en una casa de este pasadizo. Ambas historias, también coinciden que en una de sus fachas colgaba la cornamenta de un Toro.
El mismísimo Cid Campeador
La mas antigua se remonta a los tiempos en que Madrid aún era Mayerit. Gobernaba la ciudad el musulmán Aliatar, el cuál estaba enamorado de una joven llamada Zaida, que vivía en esta pequeña calle.
Para cortejarla organizó una fiesta que iba a terminar con la lidia de un toro. Mucha gente se dio cita para contemplar el festejo. Pero las cosas no resultaron como el gobernador esperaba. El toro era mucho más bravo de lo que cabía esperar. Hirió a todos los que intentaron lancearlo y nadie podía con aquel animal.

Entonces, apareció un caballero cristiano, montado en un precioso caballo. Pidió permiso al gobernador para matar al toro y le fue concedido
El cristiano dio muerte al astado y la joven Zaida se enamoró perdidamente del valiente caballero. La sorpresa fue cuando este se despojó de la parte de la armadura que cubría su cabeza y resultó ser el mismísimo Cid Campeador, Don Rodrigo Díaz de Vivar.
Zaira puso en la fachada de su casa las cornamenta del toro. La leyenda cuenta que cada vez que suspiraba por el amor del Cid, un mugido salía de aquellas astas.
Gato encerrado
La otra leyenda, la recoge el cronista de la Villa, Pedro de Répide. En su libro “Las Calles de Madrid” narra qué “toma su nombre porque en una de las casas hubo durante mucho tiempo las astas de un toro, famoso por su bravura, que había sido lidiado en unas fiestas reales”.
Según cuenta Répide, todos los días a la misma hora a la que se había dado muerte al toro, de las astas, salía un triste mugido. La noticia corrió como la pólvora y la gente se agolpaba en calle para escucharlo.

Durante mucho tiempo nadie era capaz de encontrar una explicación a este fenómeno. Pero como no podía ser de otro modo, había gato encerrado. Al final se descubrió que el mugido lo producía un muchacho que vivía en esta calle.
El padre del joven, era un comerciante que entre otras cosas, mercadeaba con astas de toro. El chaval había descubierto que, si soplaba por la parte del pitón, de las astas, salía un ruido parecido al mugido del toro.

Estas son las dos leyendas que circulan sobre el origen del nombre de la calle del Toro. ¿Se imaginan al Cid Campeador, cabalgando su caballo por las calles del barrio de La Latina?