La Iglesia de La Paloma, el templo de los milagros

En la Iglesia de la Paloma se venera el cuadro de la Virgen de la Soledad, que lleva envuelta en leyendas desde que unos niños lo encontraran, a finales del siglo XVIII rodeado de escombros, en la misma calle de la Paloma donde hoy se levanta el templo.

La Iglesia de la Paloma, en el barrio de La Latina, es una de las más populares de Madrid. A diferencia de muchos otros templos católicos, allí no se venera ninguna escultura de carácter religioso, sino el cuadro de la Virgen de la Soledad, más conocido como la Virgen de la Paloma, ya que toma su nombre de la calle en donde está situada la iglesia.

Iglesia y Virgen de la Paloma
La historia del cuadro

El cuadro de la Virgen de la Paloma fue encontrado en 1787 por unos niños que jugaban en unos escombros de la misma calle donde ahora se levanta la iglesia. Una vecina del lugar, Andrea Isabel Tintero, vio que el cuadro representaba a una Virgen y se lo compró a los niños a cambio de unos cuantos reales.

Una vez en su casa lo limpió con mimo y lo enmarcó. Sin saber bien qué hacer con él lo puso en su portal, en la misma calle de la Paloma. Con el transcurso de los días numerosos vecinos iban al lugar para rezar ante el cuadro de la Virgen. La fama se extendió, especialmente cuando corrió la voz que la Virgen protegía a los niños, al serle atribuido el milagro de la curación de unos pequeños que estaban enfermos.

Iglesia y Virgen de la Paloma

Tanta era la expectación que hasta la misma reina María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV, llevó al infante Fernando, que entonces tenía cuatro años, ante el cuadro de la Virgen, para que le protegiera. Esto hizo que se dispararan aún más las visitas y que en 1796 se tomara la decisión de crear una capilla dedicada a Nuestra Señora de la Soledad. La capilla estuvo a cargo del arquitecto Francisco Sánchez, discípulo de Juan de Villanueva. 

En 1813 murió Andrea Isabel Tintero, la vecina que había encontrado el cuadro y que lo protegió de la llegada del ejército de Napoleón a Madrid, para que no sufriera ningún año. En agradecimiento, la calle que da acceso a la Iglesia de la Paloma lleva su nombre. 

Entre el neomudéjar y el neogótico

En 1896, el pequeño templo que albergaba la imagen de la Virgen de la Paloma fue derribado y reconvertido en una iglesia, que fue inaugurada el 23 de marzo de 1912, con la presencia de los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia. El retablo se colocó en el altar mayor, y ahí ha permanecido en el último siglo para devoción de sus fieles.

Iglesia y Virgen de la Paloma

La iglesia, cuya construcción estuvo a cargo del arquitecto Lorenzo Álvarez Capra, es de estilo neomudéjar, aunque en ella también se pueden encontrar algunos elementos neogóticos. A ambos lados de la fachada principal, con su característico ladrillo rojo, se pueden contemplar dos torres gemelas. Ya dentro del templo podemos encontrar una planta de cruz latina, con dos naves laterales y una central, presidida por el altar mayor. Resulta sorprendente la distribución de los bancos en torno a la mesa de la Eucaristía, mientras que el baptisterio muestra una curiosa forma octogonal.

En 1978, el templo fue restaurado por el arquitecto Antonio Ábalos Culebras, mientras que el cuadro de la Virgen de la Paloma también fue restaurado hace tres años. La denominación de San Pedro el Real, que es como en realidad se llama el templo, proviene de cuando la iglesia de la calle del Nuncio perdió su condición de parroquia y comenzó a ser conocida como “San Pedro el Viejo”, para evitar posibles confusiones. En realidad, los madrileños siempre lo tuvieron claro, porque para ellos el templo que acoge el cuadro siempre ha sido la Iglesia de la Paloma, independientemente de su nombre oficial. 

La patrona de los bomberos

La Virgen de la Paloma es la patrona de los bomberos desde que la Plaza Mayor sufrió un incendio incontrolable. Los vecinos, asustados, llevaron varias imágenes religiosas y el incendio solo pudo ser controlado cuando el cuadro de la Virgen de la Paloma fue descolgado y llevado al lugar. 

Desde entonces, los bomberos la rinden homenaje cada 15 de agosto, el día de la Virgen de la Paloma. Todos los años se elige a un miembro del Cuerpo para escalar el altar mayor y bajar a la Virgen, lo cual es considerado todo un honor. 

Tras su descenso, el cuadro se coloca en una carroza y comienza una procesión por varias calles del barrio, para que los madrileños puedan ver a la Virgen más de cerca. Posteriormente, la imagen es colocada en su lugar habitual.

Hoy en día, es bastante común entre los habitantes de Madrid traer a los recién nacidos al templo, para que queden bajo la protección de la Virgen. Una tradición que se mantiene inamovible con el paso de los años y que tiene que ver con el cariño que se procesa a una de las Vírgenes más queridas y veneradasde la capital. 

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