Benito Pérez Galdós fue un gran amante de Madrid y algunas de sus obras más significativas se desarrollan en las calles de La Latina. En agradecimiento, sus vecinos luchan por poner el nombre del autor a una de las plazas del barrio.
Aunque nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1843, Benito Pérez Galdós viajó a Madrid para continuar sus estudios en la Universidad Central. En poco tiempo se enamoró de la capital y las gentes que transitaban a diario por sus calles, que aparecen reflejadas en sus obras principales, como ‘Fortunata y Jacinta’ o ‘Misericordia’.

Obras donde aparece La Latina
Galdós refleja con su escritura la cotidianidad del Madrid del siglo XIX, convirtiendo a la capital en una identidad propia de sus obras, como el Londres de Dickens o el París de Balzac. Su obsesión era adentrarse en el alma español, y para ello nada mejor que convertir las calles de Madrid en un enorme laboratorio donde sus personajes sufren, trabajan, se enamoran o, sencillamente, viven.
No es difícil imaginar a sus célebres personajes, como Fortunata, caminando desde el Rastro hacia la calle Toledo, de la que Galdós dijo que era “la más bonita y pintoresca del mundo”. En el número 21 de la calle Tabernillas, esquina con Lucientes, el autor sitúa su casa: “Vivía en la calle de Tabernillas, que para los madrileños del centro es donde Cristo dio las tres voces y no le oyeron. Es aquel barrio tan apartado, que parece un pueblo”, se puede leer en la obra.

El barrio galdosiano
En ‘Amadeo I’, la tercera novela de la serie final de los ‘Episodios Nacionales’, aparecen reflejadas las calles del barrio: “De la calle de la Magdalena me fui tan campante a la de Tabernillas. Sabía que en aquellos barrios moraba mi antigua socia Felipa (…). Busca buscando, la encontré en la calle del Águila”.
El restaurante Botín también aparece en varias de las obras de Benito Pérez Galdós, como ‘Fortunata y Jacinta’ y ‘Torquemada y San Pedro’, una de las novelas de la tetralogía. Y en ‘Nazarí’ está retratada en su cotidianidad la Plaza de la Cebada, mientras que en Mediodía Grande Galdós imaginó las casas donde acudían a dormir los más pobres.
Una plaza con su nombre
En La Latina viven muchas personas amantes de las obras de Benito Pérez Galdós. Uno de ellos es Antonio Román, que ha encabezado varias campañas de recogidas de firmas para conseguir que la plaza de donde parten las calles Mediodía Grande, Águilas, Ángel, Tabernillas y de las Aguas tenga el nombre del autor, en agradecimiento al inmenso amor que sintió por Madrid.

“Madrid es un personaje más de las obras de Galdós. Leerlas es la mejor manera de conocer el barrio de La Latina y su historia”, señala Román, que algún día le gustaría ver hecho realidad la colocación de placas y señales en los escenarios reales donde transcurren algunas de las obras del autor.
Un madrileño más
Murió Benito Pérez Galdós el 4 de enero de 1920, considerándose un madrileño más. Así lo entendieron también los vecinos de la capital. Más de 30.000 ciudadanos acompañaron su ataúd el día de su entierro hasta el cementerio de La Almudena.

Hoy en día, muchos pasan junto a su monumento en el Parque del Retiro, situado en la glorieta que lleva su nombre, en un lateral del Paseo de Coches. Quienes han leído sus obras, no tienen nada más que dejar volar la imaginación para trasladarse en el tiempo a ese Madrid que hizo inmortal a través de su escritura.