Literatura y gastronomía en Sobrinos de Botín

Sobrinos de Botín es uno de los establecimientos de referencia de la gastronomía madrileña. Con esta carta de presentación no es de extrañar que su nombre aparezca en numerosas obras de la literatura de los tres últimos siglos. 

La cocina de Sobrinos de Botín es mundialmente conocida. Entre sus especialidades se encuentran el cochinillo y los corderos asados al estilo castellano, en un horno de leña que data de 1725, la misma fecha de la fundación de la Casa. Una apuesta gastronómica honesta y fiable, que basa su éxito en la mejor materia prima y unas recetas que pasan de padres a hijos. 

Botín y La Literatura
Foto de la antigua familia Botín en 1887

En sus comedores, además, se puede palpar la hospitalidad, que se materializa en un ambiente cálido y cordial. Una atención personalizada y detallista que te hace sentir como en casa. Probablemente fue este acogedor ambiente de posada dieciochesca, con platos exquisitos y trato atento, lo que hizo que numerosos escritores se acercaran al restaurante y se convirtieran en asiduos.

Botín y la literatura
Antiguo horno de leña
De la mesa a los libros

Deseosos de conocer la relación entre Sobrinos de Botín y la literatura a lo largo de los últimos tres siglos, hoy Hazte de La Latina, visita el establecimiento, para charlar con Carlos González, uno de sus directores. Con la amabilidad que caracteriza a la Casa, nos abre las puertas del restaurante. 

Nos sentamos muy cerca del lugar preferido por Benito Pérez Galdós. Miramos la mesa situada en el rincón del salón que lleva su nombre y que también se conoce como Salón de los Escritores, y no nos resulta difícil imaginarle concentrado en su escritura, dando forma a artículos periodísticos y mundos imaginarios.

Botín y la literatura
Salón Galdós también conocido como de los escritores.
El Botín de Pérez Galdós

Sobrinos de Botín tuvo un papel destacado en el Madrid bohemio y literario de finales del siglo XIX y principios del XX. Benito Pérez Galdós fue uno de los escritores asiduos al restaurante, hasta el punto de hacer de sus salones un improvisado lugar de trabajo.

En ‘Fortunata y Jacinta’ ya aparece el nombre de Botín: “Anoche cenó en la pastelería del Sobrino de Botín, en la calle de Cuchilleros”. Diez años más tarde, el restaurante vuelve a aparecer en ‘Misericordia’, cuando el personaje de Doña Francisca Juárez pide que le suban comida del establecimiento: “Ea, Celedonia, ponte tu falda nueva, que vas a casa de Botín. Te apuntaré en un papelito lo que quiero, para que no te equivoques”. 

También hay una referencia en ‘Torquemada y San Pedro’, donde se hace alusión a “la célebre casa de comidas Sobrinos de Botín”, demostrando así la fidelidad de Galdós a uno de sus restaurantes favoritos.

Protagonista de greguerías

En la primera mitad del siglo XX, otro grande de las letras españolas, Ramón Gómez de la Serna, visitaba a menudo Sobrinos de Botín. Con un sentido del humor algo excéntrico, llevaba la voz cantante en las tertulias que se organizaban en el restaurante. “En esta época era habitual que en este ambiente políticos e intelectuales se juntaran en tertulias, debatiendo temas de interés”, señala Carlos González. 

Gómez de la Serna salía por Madrid a la caza de “greguerías”, un género inventado por él con metáforas insólitas o incluso apuntes filosóficos, que fueron publicadas y traducidas a varios idiomas.

Botín y la literatura
Ramón Gómez de la Serna

A Sobrinos de Botín ,Gómez de la Serna le dedicó cinco greguerías . Una de ellas describe el establecimiento: “Botín es el gran restaurante donde se asan las cosas nuevas en las cazuelas antiguas”. En cuanto a sus orígenes, escribió: “Botín parece que ha existido siempre y que Adán y Eva han comido allí el primer cochifrito que se guisó en el mundo”. Y en otra hizo alusión al extraordinario vínculo que le unía a la Casa: “A Botín se va a celebrar las bodas de oro, las de plata, las de diamante y hasta las fósiles”. 

Autores antiguos y modernos

Las citas literarias a Botín no han dejado de faltar a lo largo de tres siglos. José Bergamín, de la Generación del 27, o Rafael Alberti, hicieron de estos salones una prolongación de su hogar. Por su parte, el político y periodista español Indalecio Prieto, en su libro ‘Mi Vida’, hace referencia a “los cabritos asados y los sabrosos bartolillos que desde 1725 acreditaba el célebre figón de la calle Cuchilleros”. También Arturo Barea, dedica un espacio al restaurante en su obra cumbre ‘La forja de un rebelde’, citando a Botín como “un restaurante muy antiguo de Madrid”.

El Conde de Sert, en ‘El Goloso’ habla de los bartolillos “a la Botín”, mientras que Mariano de Cavia  publica en 1920 en ‘El Sol’ una alusión a los azulejos de las paredes del restaurante, que “resbalan los siglos sin romperlos ni mancharlos”. Por su parte, el autor mexicano Alfonso Reyes, en 1953, menciona en ‘Memorias de cocina y bodega’ aspectos típicos de la Casa, como la cocina auténtica, los escaparates, los lechoncitos y las cazuelas matronas.

Botín y la literatura
Antigua bodega

Pero no solo han mencionado a Sobrinos de Botín antiguos literatos. El restaurante aún se mantiene vivo en las novelas más actuales, de la mano de escritoras consagradas como María Dueñas, quien en ‘Misión Olvido’ afirma que “voy a asar un cochinillo que me va a salir tan rico, por lo menos, como los de Casa Botín”.

Almudena de Arteaga incluyó al restaurante como uno de los lugares predilectos de Godoy y lo imaginó degustando una jarra de chocolate caliente con buñuelos. Por su parte, la periodista y escritora Nieves Herrero en ‘Como si no hubiera un mañana’ se imaginó al torero Luis Miguel Dominguín dando debida cuenta de todo tipo de exquisiteces.

Botín y la Literatura
Portal de piedra y fachada baja
En lengua inglesa

Sobrinos de Botín ha seducido también a numerosos autores extranjeros que en sus viajes por España se han acercado a sus comedores, como John Dos Passos, Scott Fitzgerald, Michael Aaron Rockland o el premio Pulitzer americano James A. Michener. 

Decía uno de los personajes de Grahan Greene en ‘Monseñor Quijote’: “propongo que antes de comprar los calcetines morados nos regalemos con un buen almuerzo en Botín”. Una excelente opinión el restaurante que comparte con Frederick Forsyth, quien afirmaba que “la comida era buena” cuando narra  un imaginario encuentro entre espías en su obra ‘El manifiesto negro’.

El apasionado Hemingway

Mención especial requiere Ernest Hemingway. El afamado escritor tenía un vínculo especial con Botín y una relación de amistad con Emilio González, padre y abuelo de los actuales propietarios. “Le pidió a mi abuelo que le enseñara a cocinar paella. Viendo el resultado decidieron que Hemingway siguiera escribiendo”, señala Carlos.

Botín y la literatura
Ernest Hemingway

Apasionado defensor de la fiesta taurina, Hemingway publica en 1932 ‘Muerte en la tarde’, donde uno de sus personajes afirma que “prefería cenar cochinillo en Botín en lugar de sentarme y pensar en los accidentes que puedan sufrir mis amigos”.

Pero sin duda es en su novela ‘Fiesta’, cuando se hace una mención aún más especial de Botín. El escritor sitúa la escena final de la novela en uno de los comedores del restaurante: “Comimos en Botín en el comedor de arriba. Es uno de los mejores restaurantes del mundo. Cochinillo asado y Rioja alta”. Con ello Hemingway no solo mostraba sus gustos culinarios, sino que convertía a Sobrinos de Botín en lugar de peregrinación de literatos, entusiastas e investigadores de sus obras.

 

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