El Museo de San Isidro nos invita a recorrer el Madrid prehistórico, el romano, el árabe y el que acogió la llegada de la Corte en 1561
Cuesta imaginar que una ciudad cosmopolita, vibrante y urbanita como es Madrid, con más de seis millones de habitantes, tuvo un pasado que se inicia como asentamiento en la Prehistoria. Se desarrolla a la sombra de distintas culturas y termina recibiendo a la Corte en 1561 . Ese viaje es el que nos propone el Museo de San Isidro

Situado en la Plaza de San Andrés, en pleno barrio de La Latina. Un espacio que nos muestra vestigios de todas sus épocas, que hoy se presentan ante nosotros como testigos mudos de las diferentes etapas históricas de la capital.
El Museo de San Isidro, también conocido como Museo de los Orígenes, se puede visitar de martes a domingo, entre las 9,30 y las 20 horas. Del 16 de junio al 15 de septiembre las visitas son de 10 a 19 horas. El museo abre todos los días, excepto el 1 y 6 de enero, el 1 de mayo, y el 24, 25 y 31 de diciembre, y la entrada es gratuita.
Vestigios de un pasado común
La exposición permanente del museo cuenta con 600 m2que recogen el patrimonio arqueológico y paleontológico más destacado de Madrid. En total, 500.000 años de historia, con mucho que contar.
El museo se divide en cuatro momentos históricos. Nuestro recorrido comienza observando fósiles y objetos procedentes de las culturas del paleolítico, el neolítico y la Edad de los Metales. También merece la pena contemplar los vestigios romanos y visigodos, para continuar con el pasado islámico de la ciudad, cuando en el siglo XI era conocida como Mayrit. Terminaremos nuestro recorrido con la llegada de la Corte a Madrid, una decisión de Felipe II que sin duda cambió el curso de la historia de la ciudad.

Parte del material expuesto en esta exposición permanente procede del Instituto Arqueológico y del Museo Municipal de Madrid. Pero además de la exposición permanente, el museo acoge exposiciones temporales, y diversas actividades y eventos.
Un palacio renacentista
Merece la pena fijar la atención en el edificio que las acoge. Conocido popularmente como Casa de San Isidro, la tradición popular cuenta que aquí estuvo la casa de los Vargas, familia para la que trabajo el santo. Se da por supuesto que este fue el lugar donde vivió y murió el Patrón de Madrid.

Su construcción fue ordenada por la familia de los Lujanes, en el siglo XVI, y fue considerado en su época como uno de los palacios más importantes de la ciudad. Entre los siglos XVII y XVIII vivió una época de esplendor de la mano de los condes de Paredes, que construyeron una capilla en honor del santo que aún hoy permanece en pie.
Entre los espacios destacables del edifico, destaca el patio renacentista, donde se pueden observar los caños representando el oso y el dragón que en su día lució la fuente de la Diosa Cibeles. También llama la atención el “pozo del milagro”, donde dicen que el santo salvó a su hijo de morir ahogado.

En el Jardín Arqueobotánico podremos pasear entre la misma vegetación que adornaba Madrid en su época medieval, mientras que en el almacén se exponen restos arqueológicos y paleontológicos que no se muestran en la sala principal del museo por la sencilla razón de una falta de espacio.