Cinco curiosidades que desconoces acerca de la Plaza de Puerta Cerrada

La Plaza de Puerta Cerrada esconde multitud de secretos. El origen de su nombre, la cruz que preside el lugar y la inscripción que luce uno de los murales de sus edificios son algunas de las curiosidades que invitan a profundizar en su historia.

La Plaza de Puerta Cerrada, situada en el madrileño barrio de La Latina, es un auténtico cruce de caminos. Ubicada entre las calles de Segovia, Tintoreros, Latoneros, Nuncio, Cava Baja y Cuchilleros, esconde multitud de curiosidades que la convierten en una de las plazas más misteriosas de Madrid.

¿De dónde viene su nombre?

El primer interrogante acerca de esta plaza de forma irregular y alma bulliciosa comienza con su nombre. ¿Dónde está la puerta a la que se refiere? Hoy no existe, pero existió. Era una de las cuatro que tenía la muralla cristiana, en el siglo XII, junto con la de Valnadú, la de Guadalajara y la de Moros. 

Plaza de Puerta Cerrada
¿Por qué la puerta estaba cerrada?

La Puerta Cerrada fue la segunda en importancia en el Madrid medieval pero el acceso tenía un problema. Estaba construido de tal manera que los que iban a salir no veían a los que estaban fuera, ni los que entraban podían vislumbrar a los que estaban dentro. 

Plaza de Puerta Cerrada

El espacio angosto del acceso a la villa, con dos revueltas, era aprovechado por ladronzuelos de la época para robar a víctimas desprevenidas. La situación llegó a ser tan grave que, según se cree, el Concejo mandó cerrar la puerta, dando lugar a su nombre.

Fieles a la verdad, tampoco faltan otras explicaciones al hecho de que la puerta permaneciera cerrada durante largos periodos. Una de las razones más creíbles es que el acceso fuera cancelado como medida de protección ante posibles ataques a la ciudad

También hay quien hace alusión a los desbordamientos continuos de las lagunas cercanas, que llenaban la zona de inmundicias. La única manera de evitar que contaminarán las aguas del cercano arroyo de San Pedro, que bajaba por la calle de Segovia, era cerrar la puerta. 

Plaza de Puerta Cerrada

Sea cual fuera el auténtico motivo del cierre que dio nombre a la plaza, lo cierto es que la puerta fue demolida en 1569 para ensanchar el paso. Se construyó otra puerta que fue destruida totalmente en un incendio en 1582. Felipe II, en vista del inevitablemente crecimiento urbano de Madrid, decidió no construir otra, lo que dio lugar a la plaza.

¿Qué edificios singulares se pueden contemplar?

Todos los edificios de Puerta Cerrada, y los que alcanzamos a contemplar si nos situamos en su punto central, cuentan una historia. En un pequeño cartel se nos recuerda que uno de los inmuebles de la plaza nació Claudio Coello, pintor de cámara del Rey Carlos II. 

Plaza de Puerta Cerrada

No muy lejos tenemos el Palacio Arzobispal, construido en el siglo XVIII, y la Basílica de San Miguel. Y si nos fijamos bien, los números 4 y 6 de la plaza aún conservan lienzos de la muralla cristiana de Madrid, integrados dentro de su estructura. 

Además, en sus inmediaciones, los nombres de las calles nos recuerdan que aquí se instalaron, en el siglo XII, los gremios de cobreros y latoneros, artesanos del cobre y del latón respectivamente. Después llegarían herreros, cerrajeros, tijereteros y cuchilleros, que tenían en esta zona sus comercios y sus viviendas.

 

Hoy, la zona resulta perfecta para tomar un café o comer algo. Destaca Casa Revuelta, uno de los locales más antiguos de la zona, donde son famosas sus tajadas de bacalao. Y no podemos olvidar el restaurante Casa Paco donde se come una de las mejores carnes de Madrid.

¿Por qué la cruz es una superviviente?

La cruz que domina la plaza, elaborada en caliza blanca de Colmenar, sustituyó a otra que formaba parte de una fuente de gran tamaño. En 1847 quedaban cuatro caños de uso de los 16 originales y 144 aguadores autorizados en Madrid, la mayoría asturianos o gallegos. 

Plaza de Puerta Cerrada

En 1805, José de Marquina Galindo, conocido como ‘el alcalde ateo’, mandó retirar todas las cruces y cruceros de Madrid. La razón oficial que esgrimió era que interrumpían las vías de tránsito rodado y así se evitaban profanaciones. 

La cruz que se puede ver en Puerta Cerrada fue la única que se salvó, como recuerdo a la conquista cristiana y porque formaba parte de la infraestructura hidráulica de la zona. Los madrileños, jubilosos, colocaron a sus pies un cartel en el que se podía leer: “¡Oh, cruz fiel, cruz divina, que triunfaste del pérfido Marquina!”. 

¿Qué significa la frase del mural?

Una de las características de esta plaza son los grandes murales pintados en los edificios. Tienen su origen en 1983 y son obra del artista Alberto Corazón. En su día sirvieron para adornar las paredes de los edificios que habían quedado desnudos tras demoliciones de viviendas contiguas.

Plaza de Puerta Cerrada

Una frase llama la atención del viandante: ‘Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son’. Procede del escudo más antiguo de Madrid, anterior a 1200, que es considerado el lema de Madrid.

‘Fui sobre agua edificada’ se refiere a la época de la fundación de Madrid por los musulmanes. El terreno era rico en acuíferos y arroyos, con muchas zonas pantanosas. ‘Mis muros de fuego son’ hace alusión a la muralla original que defendía la ciudad. Construida con pedernal, el impacto de las flechas de noche hacía saltar chispas, produciendo el efecto de ser de fuego. 

Imposible concentrar más historias en una sola plaza. Si nos situamos en el centro de la Puerta Cerrada solo tenemos que mirar alrededor para encontrar un motivo que despierte nuestra curiosidad. Tras una parada para empaparnos del espíritu de la plaza, elegir un camino de entre todos los que podemos tomar también forma parte de su encanto. 

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