Posada del Dragón: una corrala para viajar en el tiempo

La Posada del Dragón está situada justo encima de la antigua muralla de Madrid. A lo largo de sus diez siglos de historia  ha sido almacén de grano, casa de huéspedes y corrala de comerciantes. En la actulidad es un hotel con una curiosa mezcla entre tradición y modernidad

Los orígenes de la Posada del Dragón, situada en la Cava Baja número 14, en el barrio de La Latina, se remontan al siglo XII. En aquella época, este lugar era ocupado por el foso que rodeaba la muralla cristina para proteger a la ciudad del ataque de los musulmanes.

De alhóndiga a casa de huéspedes

En el siglo XVI se convirtió en una alhóndiga, una especie de granero municipal donde se almacenaba el pan y se regulaba su distribución y venta. El edificio se quemó y, tres siglos más tarde, el arquitecto Francisco de Cubas le convertiría en casa de huéspedes

Posad del Dragón

Por aquella época, en la Cava Baja se encontraban numerosas posadas, como la de la Villa, la de San Isidro, la de San Pedro o la del León de Oro. Numerosos viajeros procedentes del campo atravesaban el puente de Segovia y se acercaban a la capital para vender sus productos. Se alojaban en estas casas de huéspedes, que siempre tenían una cama a punto y un lugar donde dejar los caballos y los carros

Posada del Dragón
Una corrala con encanto

El Marqués de Cubas siguió las indicaciones arquitectónicas que marcaba la época para construir la Posada del Dragón. Debe su nombre al mítico dragón grabado en piedra sobre la Puerta de Moros, situada en la Plaza de Puerta Cerrada. En la memoria del proyecto se hace alusión a que las plantas estaban divididas en habitaciones “guardando las medidas necesarias de higiene”, mientras que la planta baja tenía cuadra y cochera con capacidad para tres carruajes. 

 

A finales del siglo XIX el edificio original fue demolido, aunque fue reconstruido en 1910. Ya como una corrala, se destinó a viviendas para comerciantes del Rastro y proveedores del cercano mercado de La Cebada. Tan concurrido era el lugar que en las posadas de la Cava Baja comenzaron a venderse los billetes de las líneas de autobús con destino a los pueblos de la periferia de la capital. 

Tradición y modernidad

El edificio de la Posada del Dragón se ha convertido hoy en un hotel capaz de conjugar la tradición del paso de los siglos con la modernidad y el diseño. Sus huéspedes pueden dormir literalmente sobre uno de los tramos mejor conservados de la muralla cristiana. Como si estuvieran en un museo, la pueden contemplar a través de un suelo de cristal en una de las 27 habitaciones que tiene el hotel, todas ellas diferentes y con personalidad propia. 

Posada del Dragón

El inmueble, declarado edificio histórico protegido, aún conserva vestigios de antaño, como la distribución en forma de corrala, un pilón-abrevadero convertido en elemento de diseño y la escalera de madera. En el que fuera lugar de encuentro de, campesinos y comerciantes, hoy se encuentran viajeros que, al atravesar el portalón de madera, descubren un hotel de vanguardia. 

Fantasmas y vistas a la muralla

No sabemos si el fantasma que habitaba la casa, según los periódicos de la época, se encuentra todavía vagando en las instalaciones. Lo que sí que se puede palpar claramente en el ambiente es el lento discurrir de los siglos. La tradicional jabonería Antoñita, un comercio colindante, de los de toda la vida, hoy se ha convertido en el restaurante del hotel, con vistas a la muralla. Y las estancias que antes hacían de cuadra hoy se han convertido en un bar de diseño moderno y acogedor. 

Posada del Dragón

La Posada del Dragón invita a sus huéspedes a hacer un viaje por el tiempo. El encanto del siglo XII combinado con el diseño en el siglo XXI. Diez siglos de historia en solo un abrir y cerrar de ojos. 

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