Nuestro barrio, y especialmente la Cava Baja, fue zona de hospedaje entre los siglos XV y XIX. Aquí se establecieron la mayoría de las fondas y hospederías de Madrid, que alojaban a comerciantes, ganaderos y arrieros procedentes de todos los puntos de España. Hoy hablamos de las posadas de La Latina.
La mayoría de las posadas de La Latina, se encontraban en la Cava Baja. Esta calle discurre desde la Plaza de Puerta Cerrada hasta la plaza del Humilladero. Junto con la Cava Alta, fue en su origen el antiguo foso que rodeaba la muralla. Posteriormente, ambas calles se utilizaron para salir de la villa, incluso cuando las puertas estaban cerradas, a través de huecos estratégicamente excavados bajo la muralla. De hecho, cuenta la leyenda que por estos pequeños recovecos escaparon parte de los árabes cuando Alfonso VI reconquistó Madrid.

Si hubiéramos visitado la villa en el siglo XVII probablemente nos hubiéramos alojado aquí, por ser el lugar que albergaba el mayor número de hospederías de todo Madrid. A estas fondas y posadas asistían quienes llegaban a la capital deseosos de vender sus mercancías en el cercano mercado de La Cebada o en el de San Miguel.
Reglamento de las posadas
Estos agricultores y arrieros no buscaban grandes lujos. Tan solo un lugar barato donde dormir, comer y tomar un vino una vez caída la noche. Madrid crecía a un ritmo frenético y los viajeros, que llegaban con sus caballerías, traían dinero suficiente para pasar algunas noches. Este fue el motivo por el que este tipo de alojamientos proliferaron en la zona, aumentando de paso el número de artesanos en las calles aledañas.

Las habitaciones de las posadas, fondas y hospederías no contaban con agua caliente. Y según ordenaba la Sala de los Señores Alcaldes de Casa y Corte, quien se alojara en estos establecimientos no podía llegar bebido, ni después de las 11 de la noche, con el objetivo de mantener el decoro y la salubridad del lugar. Los viajeros más adinerados se alojaban en las estancias exteriores y más grandes. Los menos afortunados, sin embargo, tenían que conformarse con pequeños habitáculos interiores.
Tres alojamientos hoy reformados
Hoy se conservan en la Cava Baja tres de estos alojamientos que en su día fueron posadas y hoy siguen cumpliendo su función, pero completamente renovados. El primero de ellos es el León de Oro, que recibía su nombre del león dorado, emblema de la Casa Real de Castilla, que lucía su portada. Le acompañaba, sobre la puerta, el escudo de armas de Madrid. En 2010, este establecimiento fue sometido a una importante reforma y actualmente cuenta con cuatro estrellas, un moderno diseño y todas las comodidades para el viajero.

Por su parte, la Posada del Dragón, también era una de las más conocidas. Vio la luz como casa de comidas, nada menos que en época de los Reyes Católicos. En 1868 se transformó en casa de huéspedes y conservó su nombre, como homenaje al mítico dragón de piedra que estaba situado sobre la Puerta de Moros, en la muralla cristiana. Precisamente algunos de los restos de esta muralla se pueden ver en su interior, además de otros guiños al pasado, como una antigua bañera de mármol o un pilón-abrevadero.
La Posada de la Villa
Por su parte, la Posada de la Villa, antiguamente llamada la Posada de la Corte, era otro de los establecimientos que daban cama y comida al viajero que llegaba a Madrid, y también cobijo para su caballo. Muchos de los comerciantes optaban por alojarse aquí, ya que en estas casas eran centro de reunión de las personas del gremio y en muchas ocasiones se discutían asuntos importantes como el precio del trigo.

La evolución de la Cava Baja y sus alojamientos a lo largo de lo siglos es evidente. Sin embargo, hay algo que no ha cambiado. Esta zona sigue siendo lugar de encuentro, diversión y ocio, como lo fue antaño.Y es que, a veces, las tradiciones se mantienen y los lugares siguen conservando su esencia, por mucho que los nuevos tiempos intenten dejar huella y hacer olvidar el pasado.