La Real Basílica de San Francisco el Grande es uno de los templos más bonitos de la capital. Su fachada neoclásica no hace justicia a un interior que siempre sorprende a los visitantes.
La Real Basílica de San Francisco el Grande, ubicada en la intersección de la calle Bailén y la Carrera de San Francisco, en pleno barrio de La Latina, no deja indiferente a nadie. ¿Quieres conocer alguno de sus secretos antes de visitarla? Aquí tienes diez curiosidades y una recomendación.

Los mejores arquitectos
La primera propuesta arquitectónica para la construcción del templo llegó de la mano de Ventura Rodríguez, que vio rechazado su proyecto por el de Francisco Cabezas, que planificó una gran rotonda con capillas radiales coronadas por una enorme cúpula. En 1776, Francisco Sabatini levanta la fachada y Miguel Fernández construye la cúpula ocho años después.
Su nombre real
El nombre real del templo es ‘Santa María de los Ángeles’, aunque todos los madrileños lo conocen como ‘San Francisco el Grande’. Esto se debe a la existencia previa de un pequeño convento en la Puerta del Sol llamado ‘Convento de San Francisco de Paula’. Cuando se construye la basílica, también franciscana y de mayor tamaño, comenzó a ser conocida popularmente como ‘San Francisco el Grande’ para diferenciarla del pequeño convento.
Una cúpula colosal
La cúpula de la iglesia, que podemos admirar nada más entrar al templo, tiene una altura de 57 metros y un diámetro de 33 metros. Estas colosales dimensiones la convierten en la cúpula más grande de España y la cuarta de Europa, tras la basílica de San Pedro, el Panteón de Agripa, en Roma, y Santa María del Fiore, en Florencia.

Todo un museo pictórico
San Francisco el Grande tiene una capilla mayor y seis capillas laterales, todas revestidas por impresionantes lienzos de destacados pintores de la época, como Moreno Carbonero, Zurbarán, Muñoz Degraín o González Velázquez. Pero sin duda uno de los cuadros murales más admirados es el de ‘San Bernardino de Siena predicando ante Alfonso V de Aragón’, pintado por Francisco de Goya en 1782, cuando tenía 36 años. Él mismo pintor aparece autorretratado en el cuadro, mirando al espectador. Pocos saben, sin embargo, que el cuadro, aunque admirado por su técnica, refleja un error temporal. San Bernardino de Siena y Alfonso V de Aragón no fueron coetáneos. Más de cuatro siglos separan sus nacimientos.

Un edificio, múltiples funciones
San Francisco El Grande no siempre ha sido un templo católico. A lo largo de su historia también ha sido hospital, cuartel y prisión militar, parlamento, polvorín, panteón nacional de hombres ilustres y depósito de obras de arte. Hoy es basílica, desde 1962 y Monumento Nacional desde 1980.
Un órgano y un trampantojo
Situado sobre la actual puerta de entrada al templo, se puede observar el órgano tubular, realizado en 1883 por la casa de Aristide Cavaillé-Coll de París, considerada una de las mejores del mundo. El que parece un órgano paralelo, respetando la simetría del templo, no es más que un trampantojo que imita al original, y que es utilizado para esconder la escalera que da acceso al triforio.
Refugio durante la Guerra Civil

En la Guerra Civil, la iglesia de San Francisco el Grande se convirtió en un almacén de obras de arte. Su nave central acogió las carrozas reales, parte del mobiliario del Palacio Real y más de 50.000 objetos de valor, como alfombras, candelabros, obras de arte y otros tesoros. Había orden de no bombardear el templo, que se convirtió en uno de los lugares más seguros para la población, junto con el Museo del Prado y el Metro. En los ataques aéreos, sus puertas eran abiertas para refugiar a los madrileños.
Cancelas con dragones
Los visitantes que acuden al templo suelen fijarse en su riqueza pictórica, escultórica o arquitectónica, pero pocos caen en la cuenta de las cancelas de hierro de la basílica. Por este enrejado se pagaron 150.000 pesetas, tres veces más de lo que costaron las siete puertas de nogal que permiten el acceso al templo. Juan González fue el encargado de dar forma a la verja de hierro dulce, con los emblemas de Alfonso XII y la custodia de fabulosos dragones mitológicos que actuaban como guardianes protectores.
Maestros de maestros
La capilla de la Pasión del Santísimo tiene dos cuadros destacados. Corresponden a Muñoz Degraín, maestro de Pablo Picasso, y a José Moreno Carbonero, de donde bebió artísticamente Salvador Dalí. Dos cuadros enfrentados de los maestros de quienes se consideran eternos rivales en la pintura del siglo XX.
Un secreto franciscano
El valioso coro de la iglesia está tallado en madera de nogal. Los asientos están formados por un panel rectangular, unido por bisagras a los laterales para que se pudieran subir y bajar a voluntad. En su parte inferior se puede observar un elemento llamado ‘misericordia’, que no es más que un saliente en el que el religioso se apoyaba, hábilmente tapado por los hábitos, cuando debía permanecer mucho tiempo de pie en las ceremonias. Hoy en día, solo ocho frailes viven en el templo.

Las filtraciones de agua
El gran problema de la basílica de San Francisco el Grande es la filtración de agua, que hace que el patrimonio del templo tenga que ser sometido a periódicas obras de restauración, la última el año pasado.
… Y una recomendación
Si va a visitar el templo, mejor hacerlo con una visita guiada, que cuesta 5 euros (3 euros para pensionistas, estudiantes y grupos).Los sábados la entrada es gratuita. El horario de visita es de martes a sábado de 10:30h a 12:30h y de 16h a 18 h. Durante los mese de Julio y agosto, de martes a domingo de 10:30h a 12:30h y de 17h a 19 h.