El nombre de Lina Morgan está unido para siempre al barrio y al teatro de La Latina del que llegó a ser propietaria y donde cosechó innumerables éxitos. Tras años en la cima, simplemente se retiró. Cuatro años después de su muerte, los vecinos la siguen recordando con cariño.
María de los Ángeles López Segovia es el verdadero nombre de la actriz Lina Morgan. Nació en el número 4 de la calle de Don Pedro, el 20 de marzo de 1937. Su familia, de origen humilde, estaba muy ligada al barrio de La Latina. En la calle de Toledo su padre, Emilio López, trabajaba como oficial en la Sastrería Roldán. Mientras, Julia Segovia, su madre, se ocupaba de cuidar a sus cinco hijos: Emilio, Julio, Julia, Lina y José Luis.

Una vida de barrio
Por edad, Lina siempre estuvo muy unida a José Luis. Todos los hermanos iban a un colegio público, donde tenían que llevar la silla de casa para poder sentarse. Como la economía familiar no era demasiado buena, los pequeños recogían cartones y vidrio, que luego vendían para llevar algo de dinero a sus padres.
Lina recordaba, años más tarde, que “los domingos en que había dinerillo, mi madre me mandaba a por churros, que entonces se vendían metidos en un junco verde. Antes de llegar a casa yo ya me había comido todas las puntas de los churros”.

Comienzos artísticos
A Lina siempre le gustó el arte. A los 11 años convenció a sus padres para que la dejaran inscribirse en la academia de baile clásico de Karen Taft . A los 13 ingresó en la compañía infantil ‘Los chavalillos de España’ con quienes llegó a realizar una gira teatral. Lina anunció en casa: “Yo quiero ser del teatro”. Su madre torció el gesto, pero su padre le apoyó. “Déjala”, dijo. Ese permiso paterno fue el pistoletazo de salida para una carrera de éxito ligada al teatro.
Con 16 años Lina Morgan debutó en La Latina como bailarina de reparto en la compañía de Matías Colsada, propietario del teatro. Su contrato incluía merienda de chocolate con bollos.

En 1953 cobraba en La Latina treinta duros. Con su sueldo le compró a su hermano José Luis su primer traje. Por aquel entonces, Lina ya soñaba con comprar un día el teatro. Solo 25 años más tarde lo alquiló y en 1983 pudo comprarlo finalmente, como había vaticinado. Costó 127 millones de pesetas.
El salto a la fama
El primer papel principal se lo ofreció el empresario Colsada en 1956, en ‘Mujeres o diosas’. Lina decidió entonces cambiar su nombre real por el de Lina Morgan. Lina por Angelines, y Morgan por el pirata Morgan. Como era menor de edad, la artista falsificó su fecha de nacimiento para poder hacer el papel protagonista.

Su auténtico salto a la fama se produjo en 1964, compartiendo cartel con Juanito Navarro. Fue entonces cuando Lina se dio cuenta del cariño que la gente tenía a un personaje creado a su medida. Una chica sencilla e inocente, que cuando estrambóticamente movía piernas, brazos y ojos dejaba encandilado al público.
El teatro se llenaba noche tras noche. Hasta La Latina se desplazaban personas procedentes de todos los puntos de España solamente para verla actuar. Entre ellos personalidades como el lehendakari José Antonio Ardanza, que se declaraba fan de Lina Morgan. Las enormes colas que se formaban en la entrada del teatro de La Latina eran comparables a las de Sara Montiel en el Rialto o Celia Gámez en el Teatro Pavón.

Siempre unida a La Latina
En 1969 interpretó junto a Alfredo Landa ‘Soltera y madre en la vida’. Un año después estrenó junto con Arturo Fernández ‘La tonta del bote’. En 1973 con Ozores llegaba ‘La llamaban la madrina’.
En el teatro, durante más de 70 obras siempre contó con el aforo lleno. Decían los críticos que con su sola presencia llenaba el escenario. También se llegó a publicar que, solo con la obra ‘Vaya par de gemelas’, de 1980 a 1983, Lina Morgan ganó 2.700 millones de pesetas. Ante las críticas de hacer siempre lo mismo sobre las tablas siempre contestaba: “Charlot y Cantinflas crearon sus propios personajes. ¿No puedo hacer yo igual?”.
El público nunca dejó de querer a Lina Morgan y la actriz siempre permaneció fiel a La Latina. Cada 15 de agosto, cuando la Virgen de La Paloma salía en procesión por el barrio, la procesión paraba en la puerta del teatro. Y Lina pedía permiso al público para salir a entregar un ramo de flores a la Virgen.

Lina se definía como “dormilona y mala cocinera”. Detestaba el teléfono y le aterraban los espejos rotos. No malgastaba su dinero, aunque su única perdición eran las joyas. También tuvo algunas relaciones amorosas, pero no llegaron a cuajar porque, según sus palabras, su auténtica pasión era el teatro.
Un triste adiós
A finales de los 90 Lina Morgan arrasaba en televisión con Hostal Royal Manzanares, donde cobraba 24 millones de pesetas por capítulo. Sin embargo, cinco años más tarde muere su hermano José Luis y la actriz se sume una profunda depresión. En 2010 vende el teatro a Jesús Cimarro por siete millones de euros, haciéndole prometer que mantendría el edificio como teatro. Lina siempre conservó su palco, que después se cerró como homenaje a su memoria. A veces aparece con flores, como recuerdo a la actriz.

Lina Morgan murió a los 78 años, en la madrugada del 20 de agosto de 2015, tras dos años luchando con serios problemas de salud. La capilla ardiente se instaló en el teatro de sus sueños. Fueron innumerables los vecinos del barrio y las personas del mundo de las artes que hasta allí se acercaron para darla el último adiós.

Después de su muerte, el Ayuntamiento de Madrid hizo un homenaje a Lina Morgan con la instalación de un mural de más de 11 metros en el Metro de la Latina. Elaborado por David Cárdenas, en sus más de 2.300 piezas de cerámica pintadas a mano aparece reflejada su vida. Más de 2,7 millones de viajeros lo contemplan cada año. Otras personas simplemente guardan en la memoria el recuerdo de la que fue, durante muchos años, ‘la sonrisa de España’.